sábado, 15 de enero de 2011

Londres

En vez de estar visitando el Big Ben cien veces, escuchando el acento inglés en cada mercadillo y recorriendo cada fragmento de este sitio, recuerdo tu cuerpo reguardado entre los lienzos desvanecidos de mi cama, te anhelo en una ciudad de extraños y pienso...

...Pienso en imperfectas cosas como:
Como una ciudad sin sol puede verse más gris aún sin tí.
Como tienes una sonrisa que puede iluminar más que cualquier esfera.

Como alguien como tú me ha hecho sentir cuán doloroso puede ser un corazón roto.

Como la hora del té era perfecta con tus cálidas bienvenidas.
Como decirte que tu voz es la melodía que más me gustaba en el mundo.

¿Que Londres sin tí? No hay modo de que eso ocurra jamás. Te alojas en mi mente como si fuera un motel gratuito. No puedo quitarte de allí. La ciudad se encuentra fría, encontrándome entre abismos con lenguas de fuego, con mis penas ahogadas en humo de cigarrillo, envuelta en el cielo. (Dichosa química entre nosotros). Interpreto mis silencios junto con mis noches de insomnio, mientras mi alma vaga intentando encontrar a la tuya.

Aún deslizo mis pupilas en forma atrevida sobre el amanecer en Londres, mientras perdura en mi mente tu silueta en uno casi fundido en donde los disgustos me hieren. Las voces silenciadas por el libertinaje nocturno y un campo negro tornándose amarillo sobre el sol que se asoma lentamente. Por un instante efímeto, todo regresa.